martes, 8 de diciembre de 2009

Japon Dia 12: Tokyo - Palacio Imperial, Ginza, Midtown y Roppongi

El día anterior era el último con JR Pass activo, y ya habíamos aprovechado para hacer todas las excursiones que queríamos mientras estaba vigente, así que durante los 4 días que nos quedaban nos íbamos a dedicar a ver todo lo que pudiéramos de Tokyo.

No teníamos muy claro lo que nos daría tiempo a ver hoy, pero finalmente el recorrido fue: Palacio Imperial, Ginza, Torre de Tokyo, Midtown, Roppongi y, por último, el edifico Caretta Shiodome.


El día estaba un poco gris, y hacía bastante frío, pero no llovía así que decidimos que era un buen día para ver el Palacio Imperial (por fuera, no se puede entrar) y sus jardines.

Como todos los días, fuimos andando hasta la parada de metro y allí compramos un bono para todo el día en la línea de Metro pública. En Tokyo hay 2 compañías de metro diferentes: Tokyo Metro (pública) y Toei (privada). Existen pases diarios para cada una de ellas o uno combinado para las 2 (bastante caro). Tokyo Metro es la red más extensa (9 líneas), pero Toei tiene algunas líneas (4) muy útiles ya que hacen recorridos no cubiertos por Metro. Como la pela es la pela decidimos comprar el pase diario de Tokyo Metro (el más barato, 710 yen), aunque esto implicaría dar algún rodeo.

Nuestro primer destino fue el Palacio Imperial y el parque Kitanomaru. No está permitido el acceso al palacio, pero el exterior y el parque que lo rodea merecen bastante la pena. Es curioso ver un parque tan grande rodeado de edificios en medio de Tokyo.

Hicimos el recorrido sugerido en Tokyo Walks y la verdad es que nos gustó más de lo esperado.

Empezamos por la Explanada Imperial, donde nos resultó curioso la cantidad de gente que pasaba corriendo. Hay zonas bastante amplias peatonales y la maratón de Tokyo pasa por aquí, así que supongo que por eso viene aquí a correr la gente.


Después nos acercamos al puente Nijubashi que es la entrada a la parte interna del palacio y, no sé muy bien por qué, estaba lleno de japoneses haciéndose fotos (más fotos de lo normal, quiero decir...). No íbamos a ser los únicos sin foto, así que nos metimos cuando pudimos y nos hicimos una :-D

Lo siguiente que hicimos fue entrar a los jardines del Palacio Imperial (Higashi Gyoen, gratis) por la puerta Otemon. La entrada es gratis, pero te entregan una ficha/tarjeta que hay que devolver a la salida, para llevar la cuenta de la gente que hay dentro y estar seguros de que cuando cierran no se ha quedado dentro nadie.

En la oficina de información aprovechamos para ir al servicio y tomar unas latas de caf (está riquísimo, vaya vicio...). En Japón, además de miles de máquinas expendedoras, hay cientos de cuartos de baño por todas partes, gratis y totalmente impolutos. La verdad es que se agradece... y mucho.

Una vez vistos los jardines nos acercamos a curiosear el Budokan, un pabellón deportivo enorme construido para las olimpiadas de Tokyo construido en estilo japonés y que suele albergar competiciones y exhibiciones de todo tipo, sobre todo de artes marciales. Solo pudimos verlo por fuera y echar un par de fotos.


Con esto dimos por vista la zona y pusimos rumo a nuestro siguiente destino: Ginza. La planificación para hoy no la teníamos demasiado clara así quemas o menos consistió en ir viendo sobre la marcha cual era el destino con mejor combinación de metro desde donde estuviéramos.

Ginza es un distrito de tiendas (algunas más caras y otras menos caras), restaurantes y entretenimiento en general. No es una zona en la que tuvieramos especial interés, pero no queríamos irnos de Tokyo sin al menos dar un paseo por esta zona.

Básicamente lo único que hicimos fué recorrer la calle Harumi Dori parando en algunas cosas que nos llamaron la atención. Por ejemplo el edificio de Sony, donde se pueden ver sus últimas novedades y algunos prototipos, Nissan Gallery, un pequeño show room con un par de coches, Uniqlo, una cadena de tiendas de ropa que me recordaba mucho a H&M, y por último estuvimos viendo la fachada del teatro Kabukiza.



Ya teníamos hambre así que nos pusimos a buscar algún sitio de comer. Por esta zona hay muchos restaurantes de sushi (realmente es el único sitio de Japón en el que hayamos visto muchos restaurantes de sushi juntos) debido a que no muy lejos de aquí está el mercado Tsukiji donde se encuentra la lonja de Tokyo. No queríamos sushi, así que nos metimos en un restaurante de "currelas" donde comimos un menú consistente en ramen y donburi. El pedido se hacía en una máquina con botones en japonés y luego se llevaba a una especie de autoservicio donde te servían en una bandeja. La mujer nos preguntó un par de cosas: "hoto!? hoto!?", nos gritaba... nosotros pusimos cara de poker, y finalmente nos puso lo que le dio la gana... cosa que tampoco nos importó mucho. Luego viendo lo que comía la gente nos dimos cuenta de que nos preguntaba si queríamos los tallarines fríos o calientes ("hot" en inglés).

La gente que venía a comer a este sitio, más que comer, devoraba la comida... en general los japoneses come muy rápido, pero en este sitio era exagerado. Comían de pié sin ni siquiera quitarse el abrigo, así que la rotación de gente en el restaurante era enorme... supongo que por eso la comida estaba tan rica y barata. Nos sentamos a comer en una zona de barra con banquetas y en lo que nosotros comimos cambiaron nuestros compañeros de barra 3 o 4 veces... flipante.

Con la tripa llena decidimos que ya era el momento de seguir con el recorrido. No teníamos pensado visitar la torre de Tokyo, pero viendo el mapa de metro nos pillaba más o menos de paso, así que nos animamos a acercarnos aunque solo fuera a verla desde abajo.


Una vez vista pusimos rumbo al cruce Roppongi, desde donde recorreríamos las 2 últimas zonas del día, Midtown y Roppongi Hills, dos micro ciudades futuristas donde se integran viviendas, oficinas, comercios, restauración y entretenimiento.


Desde el cruce Roppongi fuimos andando hasta Tokyo Midtoen. El edificio principal de esta micro ciudad es el más alto de Tokyo y se ha convertido en una zona de referencia, haciendo que muchas empresas hayan movido aquí sus oficinas, como por ejemplo Konami o Yahoo Japan.


En la parte baja de los edificios hay un centro comercial bastante pijo. La verdad es que los centros comerciales japoneses no nos han gustado demasiado... hay muchas tiendas de tecnología, cosas frikis y curiosas, pero en general nos han parecido caros y un poco aburridos. En este centro comercial nos llamó la atención una especie de tienda bastante grande donde impartían cursos de cocina, y, a través de las cristaleras, se podía ver a la gente haciendo prácticas...

En la parte exterior hay varios jardines, esculturas, un museo y un centro de arte.


Una vez visto Midtown volvimos andando hasta el cruce Roppongi y siguiendo otro poco enseguida llegamos a Roppongi Hills, otra microciudad futurista, un poco más antigua que Midtown. Aquí hay apartamentos de lujo, oficinas, un cine, un hotel, bares y restaurantes, un estudio de TV, jardines, etc...

En lo alto de la Mori Tower (54 plantas) hay un mirador, pero es bastante caro así que decidimos no subir, ya que teníamos previsto finalizar el día en otro rascacielos de acceso gratuito. En la parte baja hay una de las arañas de Louise Bourgeois que ya habíamos visto en otros sitios como en el Guggenheim de Bilbao, TATE de Londres o Louvre en Paris... Como su propio nombre indica Roppongi Hills está construido en una colina, así que incluso desde la base del edificio hay unas vistas bastante buenas de Tokyo.


También estuvimos viendo el estudio de TV Asahi, que tiene una tienda/museo de Doraemon que me hacía mucha ilusión visitar. Todo era carísimo, peor aún así compramos un par de chorradas.



Volvimos andando al cruce Roppongi de nuevo y cogimos el metro en dirección a la última visita del día: el edificio Caretta Shiodome. No es de los más altos de Tokyo, pero tiene un ascensor panorámico gratuito con unas vistas alucinantes. En la parte más alta tiene 2 plantas llenas de restaurantes con muy buena pinta y algunos no nos parecieron excesivamente caros.




Después de las estupendas vistas y de la vertiginosa subida y bajada en el ascensor nos fuimos de vuelta al hotel, muy cansados, pero satisfechos por la cantidad de cosas que habíamos podido disfrutar en un solo día.

Continuará...

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