martes, 1 de diciembre de 2009

Japon Dia 4: Kyoto, Norte y Oeste (Arashiyama)

El plan para hoy no lo teníamos claro del todo. A primera hora queríamos visitar 3 templos que hay en la zona norte, y por la noche volver a las galerías comerciales del centro y a Gion. Durante la parte central del día no teníamos decidio qué hacer y finalmente visitamos la zona de Arashiyama, al Oeste de Kyoto.

Ver Japon Dia 4 en un mapa más grande


Después de desayunar en el hotel cogimos el autobús en dirección al Pabellón Dorado (Kinkaku-ji), queríamos llegar pronto por que es un sitio bastante turístico y suele haber bastante gente. El autobús nos dio una vuelta enoooooorme y pasamos por la puerta de otros santuarios que nos habría gustado visitar pero no podíamos por falta de tiempo (Shimogamo e Imamiya).



Por fin llegamos a Kinkaku-ji (400 yen) y, efectivamente, había bastante gente. Eran, sobre todo, niños japoneses de excursión, así que por lo menos era curioso verlos a todos vestidos de uniforme pero con las zapatillas y las mochilas lo más llamativas posibles para ir diferentes unos de otros.


El pabellón dorado es una casita forrada de oro que forma parte de la residencia que mandó construir un shogun (una especie de general/gobernador) retirado. Data de 1397 y a la muerte del shogun se convirtió en un templo zen. Para mi es, junto con Kiyomizudera, uno de los sitios más bonitos de todo Kyoto. Después de ver el pabellón y de luchar con los japoneses para sacar unas cuantas fotos estuvimos recorriendo los jardines y viendo como unas señoras se dedicaban a barrer el suelo hasta dejar todo el musgo impoluto.


A la salida vimos un puesto ambulante en el que vendían una especie de cacahuetes con distintas coberturas (algo así como los conguitos pero en plan exótico). Se me ocurrió probar uno de wasabi pensando que picaría solo un poco y casi vomito. Unas señoras mayores, que casi se mean de la risa, estuvieron aconsejándome (o eso creo, por que no entendíamos nada) otros menos fuertes. Al final compramos un revuelto (230 yen) en el que venía de todo: con sabor a miel, a gamba, envueltos en alga nori, etc...


Antes de seguir aprovechamos para tomar un café. Una cosa bastante curiosa (y sobre todo cómoda) es que por todas partes hay cientos de máquinas expendedoras de bebidas tanto frías como calientes y además a unos precios bastante razonables (unos 120 yen de media). Hay bebidas de todo tipo como fanta de sabores extraños o miles de tés raros. Una de las cosas que más nos han gustado son los cafés, sobre todo los da la marca Georgia (que resulta que es de Coca-Cola).


Mientras tomábamos el café se nos acercaron unos niños pequeños de los que iban de excursión y con muchísima vergüenza nos preguntaron un par de cosas en inglés. Resulta que durante las excursiones del colegio tienen que hacer una especie de ejercicios/prácticas que consisten en hablar con algún turista en inglés. Como había muy pocos turistas occidentales y vieron que contestábamos, medio colegio se puso a hacer cola delante nuestro y fueron pasando de 3 en 3 preguntándonos: "How are you? What's your name? Where are you from?"... y así nos tuvieron un rato hasta que los despachamos.

Aunque quedaba cerca, cogimos el autobús para ir a Ryoan-ji ya que en el camino no había muchas cosas interesanetes y preferiamos no cansarnos a lo tonto. Ryoan-ji (500 yen) es un templo Zen que destaca por su jardín de rocas, el más famoso de este tipo en Japón). El templo estaba en obras y aunque desmerece un poco (sobre todo por el ruido) la visita mereció la pena.


Volvimos a coger el autobús para llegar hasta Ninna-ji (gratis), un templo que ocupa un área muy grande y está compuesto por una puerta enorme, varios edificios y una pagoda de 5 plantas. El templo es famoso por que en él cultivan una especie rara de cerezo japonés. En este templo pudimos ver un montón de monjes budistas (y dos de ellos eran chicas) y estuvimos hablando con un señor japonés (que hablaba castellano porque había vivido un tiempo en España) que debía estar aburrido y, entre otras cosas, nos contó algunas historias sobre el templo.


Teníamos dudas sobre qué hacer después de ver estos 3 templos y al final decidimos ir a la zona de Arashiyama. Está un poco lejos y se puede ir en tren, tranvía o en autobús. Decidimos ir en autobús aunque tuvimos que hacer transbordo y pagar uno de los tramos (190 yen) ya que ese tramo no estaba incluido en la Kyoto Bus Card. Quizá no fue la mejor opción ya que llegando a Arashiyama había bastante atasco y nos retrasamos bastante.

Arashiyama es un distrito en las afueras de Kyoto muy visitado por las bonitas montañas que lo rodean, el puente Togetsukyo, el bosque de bambú y el templo Tenryu-ji. Lo primero que hicimos fue acercarnos hasta el puente y ver las montañas. Por toda la zona había muchísima gente y agobiaba un poco, sobre todo porque se nos había hecho un poco tarde y no encontrábamos ningún sitio de comer que nos gustase.


En los alrededores de la estación JR hay un montón de sitios de comida rápida y decidimos comprar unos Takoyaki (una especie de buñuelos de pulpo con una salsa que sabe parecido a la salsa barbacoa). Después de pagar nos dieron un aparato electrónico con una antena y no sabíamos lo que era hasta que por señas la dependienta nos explicó que servia para avisarnos cuando la comida estuviera lista. Nos dimos una vuelta y cuando el aparato sonó fuimos a recoger los takoyaki. También probamos una especie de bolas de patata y pollo rebozadas que vendían en otra tienda.


Después de tomar un café visitamos el templo Tenryu-ji (500 yen) que es famoso, sobre todo, por su jardín que conserva sus formas originales, aunque la verdad es que no nos pareció de los más bonitos.


Por último nos dimos un paseo por el bosque de bambú hasta que oscureció. Es impresionante lo gordos y altos que pueden llegar a ser los bambús.


Para volver hacia el centro decidimos coger el tren ya que en autobús la combinación era más complicada y lenta, así, de paso, podríamos recoger el JR Pass en la estación y hacer las reservas de los shinkansen (trenes bala) para 2 días después. Un rato más tarde llegamos al hotel y estuvimos descansando un rato antes de salir a dar otra vuelta y a cenar.

Nos apetecía cenar sushi, así que buscamos alguna recomendación en la LP y nos sonó bien un kaiten (restaurante con barra giratoria) por la zona centro que se llama Sushi-no-Musashi. Nos costó un poco encontrarlo ya que las indicaciones estaban un poco confusas. Una vez dentro se notaba bastante el "efecto Lonely Planet" ya que había varios occidentales, cosa que no nos había pasado en ningún restaurante por el momento.

El kaiten sushi funciona así: por la barra pasa una cinta transportadora con platos de shushi de distinto tipo y vas cogiendo lo que te apetezca. El color del plato indica el precio, aunque en este kaiten casi todos los platos costaban lo mismo. En cada sitio tienes un montón de accesorios y condimentos (wasabi, jenjibre, salsas de soja variadas, palillos, bolsitas de te...) y un grifo de agua caliente para hacer el té. El sushi me gustó bastante más que el que he probado en España, aunque los nigiri llevaban demasiado wasabi para mi gusto. Lo mejor es que fue increíblemente barato (en total pagamos 1500 yen, que son unos 10€... o sea 5€ por persona!!!)


Con la tripa llena dimos una vuelta para terminar el día y estuvimos viendo el teatro Minamiza (donde se originó el kabuki o teatro clásico japones), el santuario Yasaka, que nos gustó mucho con la iluminación nocturna y el distrito de Gion que está lleno de restaurantes, teatros, cafés y ochaya (casa de té en las que trabajan las geishas).


Después de todo esto estábamos reventados y nos volvimos en autobús al hotel, aunque no teníamos mucho sueño porque nos habíamos pasado tomando té durante la cena... aún así nos quedamos dormidos bastante rápido.

Continuará...



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